En nombre de las Autoridades Rectorales y Decanales quiero dirigir en esta mañana mi saludo agradecido, unido a mi voz de estímulo a todos ustedes, miembros de esta comunidad universitaria, quienes siguen apostando a ser jóvenes que marcan la diferencia y dejan una huella en la historia, haciendo fructificar los dones y talentos que han recibido.
En el capítulo 25 del Evangelio según san Mateo se nos presenta la famosa parábola de los talentos. Se relata que “un hombre al salir de viaje, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente, el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio, el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor” (Mt 25, 14-18). La parábola termina con alabanzas dirigidas a los dos siervos buenos y fieles que fueron capaces de hacer producir lo que habían recibido, de igual modo se indica la reprimenda sobre el último, un siervo malo y perezoso que por temor a su señor escondió el talento que había obtenido y no produjo nada.
El Evangelista, al hacer referencia a los talentos recibidos por los siervos, quiere indicar una cantidad específica de dinero que en las antiguas civilizaciones mediterráneas equivalía a unos 30 kg. de plata. Pero en su contexto más profundo, este texto, busca es poner en evidencia los talentos, cualidades y capacidades que todos, sin excepción, hemos recibido, para ser puestos en acción y así ser compartidos con los demás, haciéndoles fructificar y crecer a lo largo de la vida.
Por eso, en este momento, apoyados en esta parábola, reconocemos en cada uno de ustedes queridos jóvenes, los talentos que les hacen brillar y que a diario hacen fructificar a través de la excelencia académica y la participación activa en las diversas actividades y programas que se desarrollan en nuestra Universidad. Ustedes hoy son siervos buenos y fieles como los del Evangelio, han sabido hacer crecer los dones recibidos.
A través de este reconocimiento renuevan ahora el compromiso de seguir dando lo mejor que cada uno posee, apoyando y contribuyendo al desarrollo de la comunidad universitaria. Los talentos que han recibido no son para ser guardados, enterrados, o usados sólo para el beneficio personal, los mismos les han sido dados para colocarlos al servicio de los demás, es esto lo que los hace brillar más y les da mayor valor.
Esta Universidad, y en ella cada uno de los que la conforman, debe seguir siendo un lugar en el que día a día se hagan multiplicar los dones recibidos a través del diálogo y el discernimiento continuo. Donde la creatividad y la originalidad continúen formando profesionales “conscientes, competentes, compasivos y comprometidos”, que respondan con audacia a los tiempos presentes, y a los retos que nos plantea el futuro. Es muy lamentable como todavía hoy, muchos no apuesten por la Educación Universitaria y el crecimiento profesional, que tanta falta hace en nuestra sociedad. No así entre ustedes, pues hoy más que nunca siguen apostando por un futuro que muestra sus brotes en la dedicación, que viene reconocida en este acto, donde sus talentos salen a relucir.
Gracias queridos jóvenes por el esfuerzo, la dedicación y entrega que hoy permiten que sean reconocidos. No defrauden nunca con sus palabras y acciones esta casa que hoy se enorgullece por los logros obtenidos, que se reflejan y se hacen presentes en las notas de su himno al declamar: “Por la paz y la justicia se ilumina el porvenir, encendiendo en cada pecho la nobleza del servir. En las aulas tachirenses el estudio es un crisol, y en los campos de la patria nos alumbra el mismo sol”. Sigan siendo luz para el provenir de esta institución, a través del servicio noble que nos hace crecer en las aulas y pasillos de la UCAT.
Sigamos hacia adelante con la confianza siempre puesta en Dios, haciendo crecer las capacidades que Él mismo nos ha regalado. Que el trabajo común que nos une, reflejado en la grandeza de la Universidad como espacio de convergencia del saber para el servicio del Bien Común, nos permita seguir sumando voluntades para proyectar nuestra bitácora hacia el futuro.
Enhorabuena, continúen siendo estrellas, y a través de su luz sigan iluminando el cielo de esta institución. La Universidad Católica del Táchira está orgullosa de ustedes. Construyamos juntos una mejor sociedad a partir del esfuerzo y la excelencia de todos.
Que María Inmaculada, nuestra patrona, nos siga acompañando con su maternal protección. Que ella interceda por ustedes, para que nunca dejen de ser parte de la juventud que produce frutos abundantes, multiplicando en cada momento los talentos que el Señor les ha concedido.
¡Dios les bendiga siempre!